La Fundación Cámara y el Observatorio Económico de Andalucía analizan la situación actual y las perspectivas
Analizar las perspectivas económicas para el nuevo curso que estamos iniciando en los ámbitos internacional, español y andaluz ha sido el objetivo de la sesión de trabajo que han organizado la Fundación Cámara y el Observatorio Económico de Andalucía como acto inaugural del nuevo periodo de actividades en el Club Antares.
Para ello, han contado con tres ponentes, economistas y profesores todos ellos, que se han distribuido los escenarios de análisis de la siguiente forma: Fernando Faces, profesor del Instituto Internacional San Telmo, ha abordado el panorama mundial, José María O’Kean, profesor en el IE Business School, el de España y Francisco Ferraro, presidente del Observatorio, el escenario más cercano, el de Andalucía.
Fernando Faces ha señalado que la economía mundial se está desacelerando de una forma muy desigual por países y grandes áreas y que ello es reflejo de que la crisis iniciada en 2007 aún no está superada porque, en el fondo, lo que está ocurriendo es una transformación radical del sistema, que no se sabe hacia dónde nos lleva pero sí que nada en la economía del futuro va a ser igual que antes. Entre las causas apuntó el envejecimiento de la población, lo cual restringe el crecimiento, la aceleración de los cambios tecnológicos, a los cuales ni las personas ni los agentes económicos son capaces de adaptarse con la necesaria rapidez y cambios de comportamiento en los agentes básicos del sistema económico (gobiernos y agentes financieros en primer lugar) que hacen que la sociedad no encuentre fundamentos para el optimismo. Como áreas económicas especialmente afectadas por estas causas señaló a los países europeos y al ámbito de las instituciones de la gobernanza global. También afirmó que la desafección de buena parte de las poblaciones de los países desarrollados hacia los responsables de los gobiernos y hacia las grandes líneas de evolución de la economía mundial (la globalización, el crecimiento del comercio, el propio funcionamiento del sistema económico…) precisa que se afronten las consecuencias de la crisis de una manera global y se aborden cambios hacia una economía internacional más inclusiva.
Por su parte, José María O’Kean mantuvo que la crisis global sí ha concluido y que éste es el mundo que ha configurado, en el que la clase media está adelgazando, con más desigualdades internas en cada área económica o país pero con mayor distribución de los beneficios del sistema en el contexto global y con necesidad de cambios de políticas que no se están produciendo. En cuanto a España, señaló que lo que ocurre es que se ha terminado la posibilidad de vivir de los tres sectores básicos históricos de nuestra economía (la agroindustria, el turismo y la construcción), que nos han llevado en los últimos tiempos a vivir por encima de las posibilidades de riqueza que ellos generaban, lo que ha desajustado de manera profunda las cuentas públicas; todo ello no ha tenido reflejo en un mercado de trabajo que no ha funcionado como tal y, ante la imposibilidad de ajuste mediante la devaluación de la moneda, se ha hecho una devaluación mediante precios y salarios que ha producido una crisis social que no hemos sabido afrontar con medidas de transformación real. Terminó señalando que en España economía y política siempre han tenido una evolución paralela y que parece como si en el último año se hubieran desacoplado (“la política está dando vueltas en una rotonda” afirmó) para preguntarse si, cuando se vuelva a la normalidad, volverán a ajustarse o si para entonces la economía se habrá resentido o estaría en condiciones de seguir una senda relativamente positiva.
Francisco Ferraro apuntó, en relación a la economía española, que el desacoplamiento de la economía española no debe ser sostenible a muy largo plazo, porque los retos que se presentan en el ámbito internacional exigen cambios que difícilmente pueden ser abordados en una situación como la actual, que solo se explica por el predominio, en los responsables políticos, de sus intereses particulares sobre los del conjunto del país. En cuanto a la economía andaluza, aunque sigue con evolución positiva, está teniendo en los últimos meses una desaceleración un poco más intensa que el conjunto de la española, algo que considera va a continuar en el corto plazo, por lo que el ya importante diferencial negativo acumulado en los años de crisis no solo va a seguir existiendo sino que incluso puede incrementarse. Por otro lado, en el panorama de la economía regional no se divisan las actividades que puedan tomar la responsabilidad de un nuevo proceso de crecimiento, ya que no se han incorporado en los últimos años actividades productivas que supongan una diferenciación respecto a la dinámica anterior. De esa forma, aunque algunos sectores y componentes, como la construcción, puedan tener ligeros repuntes, el nivel de éstos hay que considerarlos desde los muy bajos que han alcanzado en los últimos años. Tampoco se ven, afirmó, planteamientos que aborden los cambios necesarios en el ámbito institucional (tanto en los responsables públicos como en el conjunto de los agentes económicos) para producir una transformación del modelo de crecimiento de la economía andaluza en los últimos tiempos.